09 agosto 2005

ADVERTENCIA: EL ODIO PUEDE PRODUCIR ODIO

Te odio porque te esfuerzas para que te odie. Porque si te odiara, me transformaría en uno de los tuyos.
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Terrible cosa es el odio. Terrible. Es difícil entender cómo es que algo así existe. El sentimiento de antipatía hacia otro, el desacuerdo sobre las cosas más fundamentales, el rencor hacia quién nos causó daño no es odio. El odio es mucho más que eso.

Odiar es lo contrario de amar, es desear (o incluso buscar) el mal ajeno. El odio produce satisfacción por las caídas, dificultades o sufrimientos de otro. ¿Cuántas veces nos hemos descubierto, horrorizados, alegrándonos por el mal ajeno? ¡Qué vergüenza! ¡Qué bajo! ¿Acaso no he deseado que las cosas salgan mal sólo para demostrar que yo tenía razón? ¿Acaso nunca me alegré de la desgracia de quien me hizo daño camuflándolo con eso de la “justicia divina”?

Pero el verdadero odio es aún más que eso. El odio, al igual que su antagonista el amor, es un acto de voluntad, un querer odiar, es consentir en actos y pensamientos abominables en que nos imaginamos la estruendosa caída de otro. El que odia lo hace libremente, de allí que el odio sea algo tan terrible.

Esta animadversión encuentra tierra fértil en la política y en la religión. Quizás por ello esa actitud casi sabia que algunos tienen de evitar discutir sobre aquellos temas. En política ese odio es evidente, inevitable dirán algunos. En cuanto a la fe, los mártires son un retrato de ese aborrecimiento que ya anunciaba el mismo Cristo: “…el mundo los odió porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Jn 17, 14).

Nosotros los que tratamos de vivir nuestra fe, los que vemos en la política un verdadero servicio, nos esforzamos por no odiar. Nos esforzamos digo, porque a veces quienes se nos oponen hacen todo lo posible para que los odiemos, utilizando como armas predilectas la mentira y el engaño. ¡Qué difícil es no odiar a quienes recorren el mundo sembrando el error y la confusión!

Lo peor del odio no son sus consecuencias materiales; lo peor del odio es que engendra más odio. Poco importa si perdemos la vida (y los mártires pueden dar fe de ello) mientras mantengamos nuestro espíritu libre de toda animadversión. Es por ello que hay que estar atentos, no despistarse, porque dejarse llevar por el juego del aborrecimiento mutuo es muy fácil.

Si nos odian, ¡cuidado! No vaya a ser que nos dejemos arrastrar y terminemos convertidos en uno de ellos.

28 julio 2005

EL IRA ANUNCIA EL FIN DE LA LUCHA ARMADA

La historia sangrienta del IRA

Son más de 30 años y más de 3.600 muertos los que marcan la historia de lucha del Ejército Repulicano Irlandés (IRA), cuya consigna fue el retiro de las tropas británicas de Irlanda del Norte y la unificación de este país.

Brazo armado del partido político Sinn Fein, el IRA comenzó a manchar Gran Bretaña con sangre desde el mismo momento de su aparición, en 1919. La lucha por la independencia condujo a la creación del Estado libre irlandés, actualmente República de Irlanda.

Pero sería sólo en 1970 cuando la violencia comenzó a transformarse en un método para la organización. Diferencias internas llevaron a la división del IRA, que desde entonces vio morir su lado original y nacer al denominado IRA Provisional, el que se conoce hoy y que, además de los muertos, ha dejado más de 35 mil heridos.

La lucha ahora no era por la independencia, sino por el retiro de los ingleses que habían llegado a la República de Irlanda a petición del Gobierno del Ulster para detener la violencia reinante.

El rechazo que provocaban las medidas inglesas contra la situación en Irlanda, motivó a muchos jóvenes católicos - de los barrios populares de Belfast y Londonderry, principalmente- a unirse al IRA.

Pero hubo un hecho que dio más fuerza a la organización. El 30 de enero de 1972, durante una marcha por los derechos civiles en Londonderry, 14 personas murieron por disparos de soldados ingleses. Se le conoció desde entonces como el "Domingo Sangriento".

Atentados

Los ataques del IRA se caracterizaban por tener objetivos específicos, aunque también frecuentaron el uso de bombas y coches bomba en lugares populares.

Una pareja se besa ante un
mural del IRA en Belfast.-->

Entre sus víctimas se encuentra el último virrey de la India y tío abuelo del príncipe Carlos, Lord Mountbatten, en cuyo barco estalló una bomba mientras navegaba en aguas irlandesas en 1979.

Los años 80 tuvieron a políticos británicos como objetivos de ataque. En 1984 se atentó contra la entonces Primera Ministra Margaret Thatcher cuando una bomba explotó en el hotel donde se celebraba la COnferencia del Partido Conservador, en Brighton. Hubo cinco muertos.

A tal punto llegó el terror generado por la organización, que el Ejército británico reconoció a partir de ese momento que el IRA "no podía ser derrotado militarmente".

Negociaciones

Durante todos sus años de existencia, se realizaron numerosos intentos para poner fin a la violencia. Las declaraciones de alto al fuego se repitieron en varias ocasiones, pero pasó mucho antes que el IRA depusiera definitivamente sus armas.

Tras el "Domingo sangriento", sorprendentemente se declaró un alto el fuego y se iniciaron negociaciones de paz secretas con el Gobierno británico. Sin embargo, éstas fracasaron ante las demandas planteadas por el IRA -que exigió la retirada total británica del Ulster-, pero dejaron la impresión entre los "más políticos" de la delegación de que la lucha armada no iba a ser suficiente para alcanzar la unificación de Irlanda.

El fin de la tregua fue la colocación de 20 bombas en el centro de Belfast. No se anunciaría otro alto el fuego hasta 1975.

El IRA comprendió que su estrategia a largo plazo pasaba por la reorganización de sus unidades paramilitares, muy visibles en las zonas nacionalistas-católicas, en células clandestinas y secretas.

Para contrarrestar esa situación, la banda accedió a desarrollar el aparato propagandístico de su brazo político, el partido Sinn Fein, dándole vía libre para que recabase el apoyo de la comunidad católica a la causa republicana.

Las huelgas de hambre de principios de los ochenta colocaron al Sinn Fein y al IRA en las portadas de la prensa internacional, cuando uno de los prisioneros, Bobby Sands, murió de inanición poco después obtener un escaño al Parlamento británico.

Aunque las demandas de los huelguistas no doblegaron a la entonces Primera Ministra británica Margaret Thatcher, sus muertes convencieron al IRA de la necesidad de complementar la lucha armada con la acción política.

Así nació la doble "estrategia del rifle y la urna". Después de dos breves treguas (1990 y 1994), el movimiento republicano ha seguido esa filosofía hasta su último alto el fuego, en pie desde 1997, que sirvió para incluir al Sinn Fein en las negociaciones multipartitas que precedieron a la firma del histórico acuerdo de paz del Viernes Santo (1998).

Después del anuncio de hoy, queda por ver si el IRA abandona sus viejos métodos y sus actividades delictivas y adopta exclusivamente el democrático camino de las urnas.
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Cronología de ataques
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1972. La organización detona 20 bombas en pleno centro de Belfast, que matan a nueve civiles y causan heridas a 130.
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1979. El IRA asesina al embajador en Holanda Sir Richard Sykes, a la portavoz del Partido Conservador en Irlanda del Norte Airey Neave, además de Mounntbatten, en ataques separados.
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El peor ataque del IRA. El 15 de
agosto de 1998, una bomba mató
a 29 personas en Omagh.-->
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1991. Un ataque con mortero frente a la sede del Primer Ministro británico, en la calle Downing causa conmoción, pero no se registran heridos.
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1993. Atentado contra una zona protestante de Belsfast. Mueren 10 personas. La venganza de extremistas protestantes acaba con la vida de otras siete personas que celebraban Halloween.
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1996. El IRA pone fin a una tregua con el Gobierno inglés matando a dos personas y dejando a otras 100 heridas, en el distrito londinense de Docklands.
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1998. Un coche bomba en Omagh, en Irlanda del Norte, mata a 29 personas en el peor ataque en casi 30 años. El ataque es reivindicado por una facción del IRA, llamada 'IRA Auténtico'.

12 julio 2005

LA CONTRAPORTADA

Se levantó aquel día, con dificultad y desgano, esperando no encontrarse con su figura en el espejo. Se arrastró al baño y después de ducharse se miró como esperando que un milagro hubiera ocurrido en la noche. Pero no. Seguía siendo espantosamente horrible. Sus ojos grandes y hundidos, su chueca y enorme nariz y sus dientes colocados en forma aleatoria seguían en el mismo lugar y se veían peor que nunca. Trató de arreglar su escaso pelo sin éxito, y se marchó a la universidad cabizbajo, como intentando ocultar su rostro.

Se subió al autobús y, como de costumbre, se sentó en la primera fila. Estaba seguro que, de sentarse atrás, la gente se voltearía para mirarlo. Y él no se sentía capaz de soportar tanta humillación.

Llegó temprano. Todavía recordaba aquella vez que entró a la sala cuando ya había empezado la clase. El profesor se había interrumpido y le había dado la sensación que todo el mundo contemplaba su fealdad mientras avanzaba buscando un asiento. Recordaba su incapacidad de prestar la más mínima atención en esa clase. Tuvo la sensación que le seguían observando mientras él, con la cabeza gacha, simulaba tomar apuntes.

Después de un rato miró su reloj y empezó a angustiarse. La clase estaba a punto de terminar lo que significaba que venía la parte del día que más odiaba, la que mediaba entre una clase y la otra, cuando todos aprovechaban de hacer un poco de vida social mientras él buscaba algún pasillo desierto para pasearse aparentando estar hablando por celular.

No recordaba la última vez que alguien que no fuera de su familia lo llamara al celular. Prefería no pensar en ello ante el temor de descubrir que jamás había recibido una llamada a no ser que marcaran un número equivocado… hasta ahora. Contestó con temor. Era la voz de una niña que le parecía familiar. Al escuchar que ella pronunciaba su nombre cortó el teléfono en un reflejo irracional. Luego lo apagó. ¿Quién era ella? ¿Cómo sabía su nombre? ¿Y por qué lo llamaba a él? ¿Sería para burlarse? Probablemente era para invitarle a alguna de las tantas reuniones sociales que organizaban sus compañeros. De ser así, prefería no saberlo. No quería salir sólo para satisfacer las necesidades morbosas de sus compañeros, transformándose en la curiosidad de la noche.

Egresó y nunca envió su currículum. En casi todos los trabajos pedían que se acompañara una foto o, al menos, era necesaria una entrevista personal. Fue así como pasó sus últimos años solo, sin conocer a nadie, sin salir a la calle, escribiendo novelas de amor y soledad que enviaba por correo electrónico a la Editorial. Nunca fue a retirar un ejemplar de ninguna de sus novelas, aunque recibía puntualmente los dividendos que ellas le reportaban junto con las cartas de amor de cientos de admiradoras. “¡Ay de mí! Si me conocieran no me mandarían estas cartas tan comprometedoras”.

Ya anciano enfermó y el conserje del edificio llamó a una ambulancia. Al recobrar el conocimiento estaba en el hospital. Una enfermera, con una gran sonrisa en sus labios, lo saludó por su nombre. “¿Cómo es que sabe mi nombre?” Ella contestó: “Por sus novelas, soy una gran admiradora suya”. “Sí, pero… ¡¿cómo es que sabe que soy yo?!” Ella dijo: “Por la foto, en la contraportada. ¿Me daría su autógrafo?” “Sí… claro”, y comprendió que su soledad no era culpa del destino, sino que de sus propios y absurdos complejos.

08 julio 2005

EL ORDEN DE LOS FACTORES (NO) ALTERA EL PRODUCTO

Recuerdo con mucha claridad mi primera clase de Física en el colegio. Estábamos en primero medio y el profesor partió enumerando algunos principios básicos de la disciplina: “El orden de los factores no altera el producto” dijo seguro, y casi de inmediato empezamos a buscar algún ejemplo contrario que desechara la teoría. “Pero profesor -dijo alguien- si al freír un huevo pongo primero el huevo y luego el aceite, queda cualquier cosa”. “Efectivamente -dijo otro- y si ponemos un resorte sobre un cubo y medimos, el producto será distinto a si ponemos el cubo sobre el resorte”.

Por irrelevante que parezca, la idea me quedó dando vueltas en la cabeza: ¿De dónde salió eso de que el orden de los factores no altera el producto? Un amigo mío, que defiende a ultranza el postulado, me explicó que “sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea. El rsteo peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams”. Es evidente que su argumento no me convencía.

Hasta ese momento los ejemplos de uno y otro lado me parecían superficiales. Fue así como decidí hacer mis propias averiguaciones. Mi primera demostración de que la teoría es errónea la hice ese mismo fin de semana: Al prepararme el ya clásico combinado nacional, hice dos piscolas; en una puse primero Coca-Cola y, en la otra, Pisco. Mis amigos-jueces dieron su veredicto por unanimidad: El sabor era distinto. Por algo es Piscola y no Colapis.

Hubo, en todo caso, algunas demostraciones fortuitas más dolorosas. Comprobé, por ejemplo, que el estudio debe ser anterior al examen, de lo contrario el resultado es indeseable. De la misma forma aprendí que pedir perdón no tiene los mismos efectos si se hace antes que si se hace después del hecho controvertido. Hacerlo después puede ser señal de arrepentimiento, hacerlo antes roza la maldad.

A medida que he ido creciendo he visto demostraciones más dramáticas de la falsedad del postulado, lo que me ha hecho plantear mi teoría de un modo más serio. Hace poco, fui a un pequeño matrimonio en que ella estaba embarazada y él aún estudiando. Siempre he creído que para tener hijos es mejor casarse antes, y que para casarse lo óptimo es terminar primero los estudios. Este caso es distinto, el orden de los factores era justamente el inverso. Hoy viven en un departamento con su guagua; ella se hace cargo del niño mientras él estudia para su examen de grado. La presión que él tiene para aprobar su examen es casi insoportable. Sabe que no tendrá otra oportunidad puesto que es urgente que se ponga a trabajar para mantener a su familia. A diferencia de quienes estudiaron, se casaron y luego tuvieron hijos, este matrimonio que hizo todo al revés tiene las cosas mucho más difíciles y deben manejar esta angustia inicial de modo tal que no termine afectando su relación.

El orden de los factores es fundamental. El orden es armonía y la armonía produce paz. Lo contrario produce angustia, tensión y stress. Quizás los más viejos se inclinan por la rutina porque implica orden, porque están en una etapa de la vida en que se quiere estar en paz. Quizás por la misma razón el Padre Hurtado le exigía, a quiénes le acompañaban de noche debajo de los puentes, a ir confesados. Si no se habían confesado, no iban. Pareciera que el resultado del apostolado era distinto si se invertía el orden de los factores.

Fue así como concluí que, no sólo el orden de los factores sí altera el producto, sino que para alcanzar cierto grado de paz, es necesario tener algún orden en lo que uno hace.

La próxima canonización del beato es el mejor ejemplo.