08 julio 2005

EL ORDEN DE LOS FACTORES (NO) ALTERA EL PRODUCTO

Recuerdo con mucha claridad mi primera clase de Física en el colegio. Estábamos en primero medio y el profesor partió enumerando algunos principios básicos de la disciplina: “El orden de los factores no altera el producto” dijo seguro, y casi de inmediato empezamos a buscar algún ejemplo contrario que desechara la teoría. “Pero profesor -dijo alguien- si al freír un huevo pongo primero el huevo y luego el aceite, queda cualquier cosa”. “Efectivamente -dijo otro- y si ponemos un resorte sobre un cubo y medimos, el producto será distinto a si ponemos el cubo sobre el resorte”.

Por irrelevante que parezca, la idea me quedó dando vueltas en la cabeza: ¿De dónde salió eso de que el orden de los factores no altera el producto? Un amigo mío, que defiende a ultranza el postulado, me explicó que “sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea. El rsteo peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams”. Es evidente que su argumento no me convencía.

Hasta ese momento los ejemplos de uno y otro lado me parecían superficiales. Fue así como decidí hacer mis propias averiguaciones. Mi primera demostración de que la teoría es errónea la hice ese mismo fin de semana: Al prepararme el ya clásico combinado nacional, hice dos piscolas; en una puse primero Coca-Cola y, en la otra, Pisco. Mis amigos-jueces dieron su veredicto por unanimidad: El sabor era distinto. Por algo es Piscola y no Colapis.

Hubo, en todo caso, algunas demostraciones fortuitas más dolorosas. Comprobé, por ejemplo, que el estudio debe ser anterior al examen, de lo contrario el resultado es indeseable. De la misma forma aprendí que pedir perdón no tiene los mismos efectos si se hace antes que si se hace después del hecho controvertido. Hacerlo después puede ser señal de arrepentimiento, hacerlo antes roza la maldad.

A medida que he ido creciendo he visto demostraciones más dramáticas de la falsedad del postulado, lo que me ha hecho plantear mi teoría de un modo más serio. Hace poco, fui a un pequeño matrimonio en que ella estaba embarazada y él aún estudiando. Siempre he creído que para tener hijos es mejor casarse antes, y que para casarse lo óptimo es terminar primero los estudios. Este caso es distinto, el orden de los factores era justamente el inverso. Hoy viven en un departamento con su guagua; ella se hace cargo del niño mientras él estudia para su examen de grado. La presión que él tiene para aprobar su examen es casi insoportable. Sabe que no tendrá otra oportunidad puesto que es urgente que se ponga a trabajar para mantener a su familia. A diferencia de quienes estudiaron, se casaron y luego tuvieron hijos, este matrimonio que hizo todo al revés tiene las cosas mucho más difíciles y deben manejar esta angustia inicial de modo tal que no termine afectando su relación.

El orden de los factores es fundamental. El orden es armonía y la armonía produce paz. Lo contrario produce angustia, tensión y stress. Quizás los más viejos se inclinan por la rutina porque implica orden, porque están en una etapa de la vida en que se quiere estar en paz. Quizás por la misma razón el Padre Hurtado le exigía, a quiénes le acompañaban de noche debajo de los puentes, a ir confesados. Si no se habían confesado, no iban. Pareciera que el resultado del apostolado era distinto si se invertía el orden de los factores.

Fue así como concluí que, no sólo el orden de los factores sí altera el producto, sino que para alcanzar cierto grado de paz, es necesario tener algún orden en lo que uno hace.

La próxima canonización del beato es el mejor ejemplo.

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