22 enero 2008

104 ANIVERSARIO BEATA LAURA VICUÑA

Nacimiento y escape de Chile

Laura Vicuña nació el 5 de abril de 1891 en Santiago de Chile. Fue la primera hija del matrimonio de don José Domingo Vicuña y doña Mercedes Pino. Fue bautizada en la iglesia de Santa Ana, en Santiago, en la misma pila bautismal donde pocos años más tarde recibiría similar sacramento Juanita Fernández Solar, Santa Teresa de Los Andes.

En el mismo año del nacimiento de Laura el país se encontraba en una guerra civil. El presidente, don José Manuel Balmaceda, propuso como su sucesor a don Claudio Vicuña, pariente lejano del padre de Laura. Sin embargo, el presidente fue derrocado y Vicuña nunca accedió al poder.

Una vez terminada la guerra, toda la familia Vicuña fue perseguida, obligando a don José Domingo a refugiarse. En 1894 luego del nacimiento de Julia Amanda, la segunda hija del matrimonio Vicuña Pino, el padre murió, dejando a doña Mercedes y sus hijas en medio del más absoluto de los abandonos, sin dinero y con el apellido Vicuña a cuestas.

Enfrentada a esta difícil situación, la madre de Laura decidió buscar refugio en Argentina, al igual que muchos otros para los que su patria había dejado de ser un lugar seguro.


Sus primeros años en Argentina

Doña Mercedes y su familia se establecieron en las proximidades de Neuquén, Argentina. Buscando algún trabajo para poder costear los estudios de sus hijas, llegó a la estancia de Quilquihué de propiedad de don Manuel Mora.

Don Manuel presionó a doña Mercedes para que conviviera con él, a cambio de costear los estudios de sus hijas y de permitirles permanecer en la estancia.

Laura ingresó al colegio de Las Hijas de María Auxiliadora perteneciente a la Congregación Salesiana, donde conoció realmente su capacidad de amar a Dios. El ejemplo de las religiosas, junto con lo que había oído hablar de su padre -que era un hombre muy bueno, muy noble y que ella se le parecía mucho- fueron una muy importante guía para el desarrollo posterior de la niña.


Ruega por su madre

Laura hizo su primera comunión el 2 de junio de 1901, ocasión en que manifestó su vocación de amor a Dios y su deseo de servirle siempre, llegando incluso a expresar que prefería la muerte a ofenderlo con el pecado.

Laura tenía solo 10 años, pero ya demostraba una madurez en la fe extraña para su edad. "Dios mío, dame una vida de amor, de mortificación y sacrificio", escribió en su libreta de anotaciones.

Dado ese alto grado de madurez, no es de extrañar que la pequeña Laura comprendiera a la perfección la situación que estaba viviendo su madre y lo alejada que se encontraba del Señor. Llena de inquietud y de ansiedad, le rogaba a Dios todos los días por la salud del alma de su madre, pidiéndole que no la abandonara y que le diera las fuerzas necesarias para dejar a don Manuel Mora.

Si bien Laura era una niña muy querida, a veces sus compañeras no comprendían su actitud de constante entrega y sacrificio, llegando a pensar que se creía superior al resto. Nada de esto le importaba a la niña, que prefería pasar sus recreos orando en la capilla por su familia, particularmente por su madre.

Laura se hizo Hija de María, para tratar de asemejarse a la madre de Jesús en sus virtudes.


Atacada por Mora

Durante el período de vacaciones escolares, encontrándose con su madre y su hermana en la hacienda, Laura sufrió en dos ocasiones el ataque violento de don Manuel. Él no comprendía porqué no le era posible doblegar la voluntad de esta niña como lo había hecho con la madre para que aceptara su convivencia. Como castigo, y buscando minar la fortaleza interior de la niña, don Manuel Mora decidió dejar de dar el dinero para los estudios de las hermanas Vicuña y obligó a Laura a dormir a la intemperie.

Pese a la actitud de Manuel Mora, las Hermanas de María Auxiliadora permitieron que Laura continuara estudiando con ellas.

Atormentada al comprender lo que debía sufrir su madre, y lo imposible que le sería ver a Dios mientras se mantuviera en esa situación, Laura Vicuña decidió que no había hecho todo lo posible por ayudarla y que no había dado la muestra total de su amor por ella.


Ofrece su vida

Recordando la sentencia de Jesús de que "no hay amor más grande que dar la vida por los amigos" (Juan 15, 13), Laurita decide hacerle un ofrecimiento a Dios: "Mi vida por la suya".

Las palabras de Laura fueron escuchadas y una lenta enfermedad comenzó a consumirla. Para acompañarla, su madre decide mudarse a Junín. Don Manuel, indignado por perder a ambas mujeres, golpea a Laura furiosamente hasta dejarla gravemente herida.

Antes de morir, Laura le contó a su madre que moría porque “yo misma se lo pedí a Jesús, hace dos años que ofrecí mi vida por ti, para pedir la gracia de tu conversión. Mamá, antes de morir, ¿tendré la dicha de verte arrepentida?” Doña Mercedes promete entonces cumplir con lo que Laura le pedía: “¡Gracias Jesús! ¡Gracias María! ¡Adiós mamá! ¡Ahora muero contenta!”

Así, el 22 de enero de 1904, a los doce años de edad, murió Laura Vicuña Pino, quien entregó su vida para la conversión de su madre.

Sus restos, desde 1937 y hasta 1958, descansaron en el cementerio de Neuquén, y fueron luego trasladados hasta Bahía Blanca, donde se encuentran actualmente.

Después de su fallecimiento ha sido enorme la fe que ha despertado la vida ejemplar de Laura Vicuña a quien se le atribuyen algunos milagros. Sor Ofelia Lobos Arellano, religiosa del instituto de las Hijas de María Auxiliadora, comenzó a padecer una enfermedad incurable. Durante diez años recibió todo tipo de tratamiento médico, incluso se le realizaron tres intervenciones quirúrgicas, hasta que le diagnosticaron pocos meses de vida.

En esas condiciones le pidió su curación a Laura Vicuña: Una noche sintió que Dios la escucharía a través de esta jovencita y que atendería sus ruegos. Entonces se retiró el oxígeno que debía usar permanentemente y se durmió. A la mañana siguiente se despertó curada y no sentía ningún malestar.

Dicho milagro ha sido estudiado y aprobado por la Iglesia y Laura logró, finalmente, la beatificación el 3 de septiembre de 1988. El Papa Juan Pablo II la declaró beata y la presentó como un modelo para la juventud, mostrando con esto que la santidad es posible en una niña de sólo 12 años.

Tras la muerte de Laura, su madre se escondió durante algún tiempo en Argentina antes de trasladarse a Temuco. En 1906 retornó a la ciudad de Junín de los Andes, donde su segunda hija, Amanda, se casó con Horacio Jones a la edad de 12 años.

Tras el matrimonio de su hija, se trasladó a Freire, donde se casó con don Malitón Parra, un hombre trabajador y justo. Doña Mercedes murió el 17 de septiembre de 1929.

Don Manuel Mora fue asesinado en una riña, en ocasión de una carrera de caballos, entre 1906 y 1907.

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