Ya casi ha pasado un año desde que Sergio murió. Admito que para mí ha sido difícil aceptar la pérdida. Digo "admito" porque la fe que se supone que tengo debiera hacer más fácil la aceptación.
Pero no; no ha sido así.
Desde que me puse a pololear con la Negra dejé de ir a Santo Domingo. Hace años, para el verano, me escapaba algunos días y acompañaba a mi mamá. Incluso pasé algunos aburridísimos años nuevos ahí, sólo para estar con mi familia. Eso cambió. Desde hace 4 años que me cambié de barrio, a Zapallar, a la misma lógica que de Santo Domingo pero con la familia de la Negra.
Admito que Zapallar es menos aburrido que Santo Domingo. Tengo buenos amigos ahí: En el Pangue están Santiago Ried y Diego Bacigalupo; en Cachagua está lleno de gente del colegio y en Zapallar mismo mis comparsas son Felipe Silva y... Sergio.
Quién diría que con alguien 5 años menor tendría tantas cosas en común. Estuvimos en el mismo colegio, en la misma universidad, en la misma carrera, en el mismo equipo del mismo movimiento. Estuvimos también juntos en la FEUC, en el MG; mi ex fue su madrina de confirmación; nos juntábamos a conversar horas en su casa de Zapallar cualquier fin de semana del año, etc.
Su vida tuvo altos y bajos como la de cualquiera de nosotros, pero Sergio era un tipo que nunca dejaba indiferente. Sabía provocar. Quien bien lo conoció sabe de qué hablo: Si nos juntábamos a tomar sacaba el mejor trago del mercado: Para provocar, para sacarte de la indiferencia. Lo mismo ocurría con la comida y ni hablar de las discusiones: Sergio llevaba siempre la contra, tenía teorías para todo, respuestas para todo... provocaba.
Me acuerdo que una vez le dije a Sergio que yo no era celoso. Grave error. Desde ese momento empezó a jotearse a mis pololas sólo para provocarme, para molestarme (¿o para molestar a sus pololas?) Lo hizo siempre y siempre me hizo enojar, aunque nunca lo supo.
Ese fin de semana habríamos ido a Zapallar igual que todos los fines de semana de enero de no ser por un matrimonio al que estábamos convidados. Nos tuvimos que quedar en Santiago. Esa noche, la del matrimonio, Sergio murió. ¿Y si hubiésemos ido a Zapallar y me hubiera quedado con él conversando y tomando toda la noche? Y si simplemente lo hubiese llamado por teléfono, ¿habrían cambiado las circunstancias? Quién sabe, sólo Dios sabe...
Lo de Sergio es y será siempre algo doloroso porque es, desde cualquier punto de vista, una tragedia. Morir a los ¿22? es una tragedia; es algo que no debiera ocurrir por accidente.
A veces pregunto, Sergio ¿dónde estás? ¿Nos puedes oír desde el Cielo? ¿Puedes, desde allá, acompañar al Cheto o a la Javi?
Espero que sí. Espero que puedas oírnos. Y si es así déjame decirte una cosa: Gracias amigo por apañarme; gracias por ser mi amigo. Te quiero mucho y te he echado mucho de menos. Descansa en paz y haz tu pega desde allá para que pueda volver a verte algún día.
Amén.
Pero no; no ha sido así.
Desde que me puse a pololear con la Negra dejé de ir a Santo Domingo. Hace años, para el verano, me escapaba algunos días y acompañaba a mi mamá. Incluso pasé algunos aburridísimos años nuevos ahí, sólo para estar con mi familia. Eso cambió. Desde hace 4 años que me cambié de barrio, a Zapallar, a la misma lógica que de Santo Domingo pero con la familia de la Negra.
Admito que Zapallar es menos aburrido que Santo Domingo. Tengo buenos amigos ahí: En el Pangue están Santiago Ried y Diego Bacigalupo; en Cachagua está lleno de gente del colegio y en Zapallar mismo mis comparsas son Felipe Silva y... Sergio.
Quién diría que con alguien 5 años menor tendría tantas cosas en común. Estuvimos en el mismo colegio, en la misma universidad, en la misma carrera, en el mismo equipo del mismo movimiento. Estuvimos también juntos en la FEUC, en el MG; mi ex fue su madrina de confirmación; nos juntábamos a conversar horas en su casa de Zapallar cualquier fin de semana del año, etc.
Su vida tuvo altos y bajos como la de cualquiera de nosotros, pero Sergio era un tipo que nunca dejaba indiferente. Sabía provocar. Quien bien lo conoció sabe de qué hablo: Si nos juntábamos a tomar sacaba el mejor trago del mercado: Para provocar, para sacarte de la indiferencia. Lo mismo ocurría con la comida y ni hablar de las discusiones: Sergio llevaba siempre la contra, tenía teorías para todo, respuestas para todo... provocaba.
Me acuerdo que una vez le dije a Sergio que yo no era celoso. Grave error. Desde ese momento empezó a jotearse a mis pololas sólo para provocarme, para molestarme (¿o para molestar a sus pololas?) Lo hizo siempre y siempre me hizo enojar, aunque nunca lo supo.
Ese fin de semana habríamos ido a Zapallar igual que todos los fines de semana de enero de no ser por un matrimonio al que estábamos convidados. Nos tuvimos que quedar en Santiago. Esa noche, la del matrimonio, Sergio murió. ¿Y si hubiésemos ido a Zapallar y me hubiera quedado con él conversando y tomando toda la noche? Y si simplemente lo hubiese llamado por teléfono, ¿habrían cambiado las circunstancias? Quién sabe, sólo Dios sabe...
Lo de Sergio es y será siempre algo doloroso porque es, desde cualquier punto de vista, una tragedia. Morir a los ¿22? es una tragedia; es algo que no debiera ocurrir por accidente.
A veces pregunto, Sergio ¿dónde estás? ¿Nos puedes oír desde el Cielo? ¿Puedes, desde allá, acompañar al Cheto o a la Javi?
Espero que sí. Espero que puedas oírnos. Y si es así déjame decirte una cosa: Gracias amigo por apañarme; gracias por ser mi amigo. Te quiero mucho y te he echado mucho de menos. Descansa en paz y haz tu pega desde allá para que pueda volver a verte algún día.
Amén.
1 comentario:
I can see that I'm not the only one who REALLY misses this kid...
Publicar un comentario